sábado, 4 de octubre de 2008

EL MUNDO AL REVES

En las tiras cómicas, Superman tenía como contraparte a un antihéroe llamado Bizarro, quien vivía en una dimensión diametralmente opuesta a la nuestra, donde lo feo de aquí era bello allá, lo triste era alegre y así, sucesivamente. En el último cuarto de siglo México y el mundo parecen haberse desplazado hacia una dimensión bizarra. En tanto que Norberto Rivera, arzobispo primado de México, después de celebrar misa y todavía revestido con sus ornamentos religiosos: capa pluvial y solideo cardenalicio, rendía honores a la bandera y cantaba el himno nacional el 15 de septiembre, al pie del altar de la Catedral México, junto con los feligreses; en Yurécuaro el presbítero Caravez conducía en procesión un estandarte de la Virgen, desde el recinto parroquial hasta el palacio municipal, con la intención de que se diera el Grito con ese símbolo religioso (a la manera de Hidalgo), o al menos presidiera la ceremonia, como de hecho sucedió. Juan Camilo Mouriño, Secretario de Gobernación, quien nació en Madrid y viaja con un pasaporte de esa nacionalidad, fue el encargado de la ceremonia del Grito en el pueblo de Dolores, la mismísima cuna de la independencia nacional. Un español de origen coreando la independencia de México, solo faltó la exhortación del padre Hidalgo, que invitaba a “a coger gachupines”. En lugar que ante a la matanza de Morelia, Felipe Calderón empeñara sus esfuerzos para reestructurar al “gabinete de seguridad”, enfocó sus discursos asimilando a los seguidores de López Obrador con “los enemigos de México” buscando sacar raja política de la tragedia, y llevar adelante la privatización de la industria petrolera al tiempo que establece el estado de excepción. Tony Garza, el embajador de los Estados Unidos en nuestro país, se apresura a calificar como terroristas a los autores del atentado, mientras que el gobierno mexicano se resiste a considerarlos y perseguirlos como a tales, con la ayuda de la comunidad internacional, contentándose con llenarlos de adjetivos que solo cumplen efectos propagandísticos. Supuestamente, la organización criminal que se autodenomina La Familia, colocó numerosas mantas, en varias ciudades de Michoacán, deslindándose de los atentados de Morelia, prometiendo un justo castigo para los responsables de ese hecho. Es decir, que la delincuencia sería ahora la guardiana del orden y el Derecho. Los funcionarios encargados de la “seguridad pública” han reconocido que las diversas policías, los ministerios públicos, los gobiernos municipales y los diputados locales han sido infiltrados por el narcotráfico y la delincuencia en general; sin embargo insisten en que los ciudadanos denuncien las fechorías del crimen organizado, precisamente antes esas mismas autoridades. Es decir que las víctimas se pongan en manos de sus verdugos. A pesar de que las autoridades y los medios de comunicación tienen plenamente identificados a las redes criminales, a sus cabecillas y las zonas geográficas en donde operan; el gobierno, haciéndose el ignorante, pretende que los particulares hagan su trabajo. Mientras que en el país existen unos 20 millones de personas en la extrema miseria, además de una cantidad similar de pobres, los productores mexicanos de leche, para protestar por los bajos precios de su producto, tiran a la calle un millón de litros de ese alimento que bien podría paliar por varios días la desnutrición crónica de nuestros compatriotas. Durante decenios los gobernantes estadounidenses y los teóricos del neoliberalismo a su servicio criticaron la asistencia social que países como el nuestro daban a los sectores más desfavorecidos de la población, calificando despectivamente a ese proceder como populista. Ahora el presidente Bush pretende salvar de la quiebra a los bancos de su país con 700 mil millones de dólares que serán cubiertos, en última instancia, por los contribuyentes mediante los impuestos. Como se ve, una especie de populismo al revés, un Robin Hood invertido, puesto que roba a los pobres para dárselo a los ricos. (JAMG).

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