sábado, 11 de octubre de 2008

Comulgar con ruedas de molino

En la segunda mitad del siglo V a.C. (450-400) apareció en Grecia, especialmente en Atenas, el movimiento intelectual de los sofistas. Una corriente filosófica que pretendía preparar a los jóvenes para la dirección política; formar individuos versados en el arte de persuadir, que pudieran convertir los argumentos más débiles en sólidos y fuertes; no les interesaba tanto la verdad cuanto el triunfo sobre los adversarios, sacrificaban el verdadero interés de la filosofía (amor por la verdad) a fines políticos y mercantiles. Con el tiempo, sofisma pasó a significar “cualquier razonamiento falso o capcioso que se pretende hacer pasar por verdadero”. Pareciera que después de 2500 años los políticos siguen fieles seguidores de esta corriente y practican con largueza sus enseñanzas.
En Yurécuaro uno de sus próceres nos hace ver que un terreno ubicado en la periferia de la población vale más que uno ubicado en el centro; que un crédito que debe pagarse durante años, en realidad constituye una fortuna inmediata; que un jacalón o bodega es en realidad un auditorio, es decir “un lugar acondicionado para escuchar conferencias, conciertos, lecturas, etc.”, aunque carezca de una concha acústica o escenario, piso a desnivel, butacas y aire acondicionado; que se dona graciosamente una minúscula parcela al municipio, para que luego éste se vea obligado a comprarle una porción mayor; que cambiar a conveniencia de partido político es en realidad un acto de fe partidista; y que por no gustar de la confrontación y la polémica, sólo tacha de embusteros e ineptos a sus adversarios políticos.
Por su parte, las autoridades municipales mediante perifoneos invitaron a la población a “terminar dignamente nuestras fiestas patrias”, en la conmemoración del natalicio de Morelos y se evitase la ingesta de bebidas alcohólicas, como si todo el mes hubiese transcurrido en total abstinencia; cuando a ciencia y paciencia de las mismas, el 15 y 16 permitieron que la plaza de armas, especialmente la zona norte, se convirtiera en la cantina más grande del Estado. Si por algún interés especial, el Cabildo quiere favorecer a un distribuidor particular de “bebidas de moderación”, se debería de acondicionar un espacio, fuera del casco urbano como “emborrachódromo”, así lo hacen los españoles en algunas ciudades ibéricas (allá le llaman “El Botellón”). Con servicio de mingitorios, vomitorios, vigilancia policíaca y asistencia médica. Sería un servicio autofinanciable, porque del mismo cuero cervecero saldrían las correas. Asimismo podrán instalarse varios stands con bebidas espirituosas de los establecimientos más famosos del centro. En el emborrachódromo podrían concentrarse las 400 bandas musicales (?) que en todas las fiestas, religiosas o civiles, destruyen la capacidad auditiva de los vecinos mañana, tarde y noche. Confinar en un sitio los excesos etílicos permitiría, asimismo, circular en las fiestas a pie seco y en santa paz por la calle Guerrero. En su caso, la zona de la embiraguez debería ser rotatoria. Si para el 20 de noviembre se piensa autorizar nuevamente que corra el vino, desde ahora se propone, para ese efecto, el amplio espacio que tiene la calle Independencia entre 5 de Mayo y N. Méndez.
Por otro lado, ante la crisis económica que atraviesan los Estados Unidos, el Secretario de Hacienda declaró que la pulmonía de ellos representaría, cuado mucho, un catarro para nosotros. A pesar de que se restringirá el crédito a nivel mundial, bajará el consumo, las empresas incrementarán los despidos, se desplomará la industria de la construcción, las redadas y deportaciones de emigrantes indocumentados alcanzarán proporciones nunca vistas, escaseará el turismo y se reducirán notablemente las remesas de dólares de nuestros paisanos. El secretario del trabajo Javier Lozano (implicado en el chinogate Ye-Gon, “copelas o cuello”), aseguró en un noticiero de TVC que los paisanos despedidos en los Estados Unidos podrían incorporarse a un curso de capacitación, que permitiría a quien lo lleve, a conseguir empleo … tal vez. El secretario del ramo pretende ignorar que cada año deberían crearse un millón de empleos y que sólo se cubren unos 200 mil; que los 800 mil excedentes engruesan, año tras año, el ejército del subempleo; que por ese motivo México expulsa, hacia los Estados Unidos, un millón de trabajadores anualmente; pero en contraflujo, el país del norte deportó, “oficialmente”, en 2007 a 515 mil mexicanos; y que de enero a julio del 2008 ya van 367 mil en números redondos. Millones de seres humanos demandando un empleo para poder subsistir. Este panorama representa sin duda un inminente desastre para nuestro país, pero nuestros hombres públicos, en activo o en retiro, pretenden que les creamos cuanto dicen por inverosímil que esto sea. J.A.M.G.

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