sábado, 25 de octubre de 2008

La verdad nos hará libres

En días pasados el Senado de la República otorgó a Miguel Ángel Granados Chapa la medalla Belisario Domínguez, instituida para premiar a quienes se hayan distinguido como servidores de nuestra patria o de la humanidad. Nunca como ahora se habían hermanado tan íntimamente el espíritu de la presea con la trayectoria que ha observado el homenajeado a lo largo de su vida.

En su discurso Granados Chapa recordó que: “El doctor Domínguez era miembro de esta Cámara cuando arrostró con plena conciencia la muerte con tal de expresar sus convicciones, su condena al régimen usurpador y criminal de Victoriano Huerta, quien con la misma frialdad que ordenó asesinar al presidente Francisco I. Madero, dispuso de la vida del propio senador Domínguez …” Al hablar, en representación de los senadores, la legisladora María Rojo dijo que el peso e influencia del hoy galardonado se evidenció por la masiva participación de la comunidad cultural, agrupaciones sociales y medios de comunicación, al proponer unánimemente la candidatura del columnista para que fuera el recipiendario de la medalla.

Granados Chapa, afirmó la senadora, “es un ejemplo de que se puede vivir con honradez, con dignidad, con limpieza, comprometiéndose a un tiempo con las causas justas, sin alejarse de la verdad”. Como lo relata Daniel Lizárraga (Proceso 1667): “Con la congruencia que lo ha caracterizado, Granados Chapa mantuvo firme su posición ante quienes han sido destinatarios de sus críticas durante más de cuatro décadas y media de trayectoria profesional. Su discurso estremeció a quienes estaban a su derecha, los panistas; a los que se ubicaban a su izquierda, los perredistas; así como a los priístas sentados en el centro del recinto”.

Evocar ese acontecimiento viene a colación por las querellas y los reclamos que han aparecido en los últimos números de este Seminario, que invitan a plantearse cuál debe ser la función de la prensa escrita.
En todo el mundo, los hombres del poder pretenden que los medios de comunicación no sean otra cosa que meras cajas de resonancia de sus discursos; que alaben sin cesar cualquier obra que realicen por insignificante o inútil que ésta sea; asimismo, pretenden se oculten todos sus desaciertos o trapacerías.

Algunos tienen la piel muy sensible, no obstante de que como hombres públicos deben estar conscientes que están sujetos al escrutinio de la ciudadanía; aunque también existen otros que, por el contrario, prefieren que se les critique antes que ser ignorados. Señalar errores o desviaciones en la gestión de funcionarios y hombres públicos no constituye, una calumnia, puesto ésta se define como la “acusación falsa y maliciosa hecha contra alguien con la intención de deshonrarlo”; tampoco conforma una difamación, es decir una “información que se publica de una persona en contra de su buena opinión y fama”.

Estos supuestos no se actualizan cuando se critica en abstracto las desviaciones, o ineficiencias de un organismo o las arbitrariedades de los servidores públicos en el ejercicio de sus funciones. Por otra parte, habrá que admitir que es imposible distinguir cuál es el rol específico que juegan las personas en un momento determinado, cuando en los mismos individuos se conjugan las calidades de políticos en activo y de filántropos; es decir, de “quienes se destacan por su amor a sus semejantes y que emplean su actividad, capital, etc., en beneficio de los demás”.

La apetencia propia de los políticos es la de buscar constantemente su promoción; por el contrario, los auténticos filántropos se esmeran en seguir la máxima evangélica: “cuando des limosna no hagas tocar la trompeta delante de ti, para ser alabado por los hombres; que no sepa tu mano izquierda lo que hace la derecha”. En sentido contrario, también se pueden dan casos de políticos despechados, que incursionan en el periodismo con la única finalidad de atacar reiteradamente a sus adversarios. Como medida preventiva para evitar esa eventualidad, El Cazador necesita deslindarse de las opiniones de sus colaboradores y de requerirles se identifiquen por su nombre o por un seudónimo conocido por todos. En palabras del propio Granados Chapa: “Cada quien desde su sitio, sin perder convicciones… impidamos que la sociedad se disuelva… reconstruyamos la casa que nos alberga a todos o erijámosla si es que nunca la hemos tenido”. J.A.M.G

sábado, 18 de octubre de 2008

A MI ESCUELA CONSTITUCION DE 1917

A MI ESCUELA “CONSTITUCIÓN DE 1917”
Allá por los años cincuenta, todos los viernes, en la última hora vespertina de clases, la Miss Aída nos solicitaba una colaboración para el llamado Periódico Mural: un dibujo o una composición alusiva a un acontecimiento patrio, alguna poesía o pensamiento propio. Todos deberíamos contribuir con algo; sin embargo, como las musas siempre me han negado sus favores, invariablemente optaba por transcribir algún soneto de mi libro de lectura, que al fin y al cabo sólo constaba de catorce versos. A la manera de aquel tiempo, vayan estas líneas como un reconocimiento a esa institución a la que debemos todo lo que ahora somos y que para mí se personificó en las maestras Nelly, Chela y Aída. No se piense que ésta es una mera frase retórica; al hacer el balance de mi vida estoy convencido que mi estructura intelectual y la internalización de los valores éticos y ciudadanos provienen de mi escuela primaria.
Frente a la intolerancia de nuestro pueblo que impidió a unas personas comerciar verduras en el Mercado porque profesaban la fe evangélica (tal vez imaginaban estaban contaminadas de un virus religioso): un ejemplo de tolerancia, con el relato de la Miss Aída de aquel pastor protestante y del cura católico de un pueblo que se iban amigablemente a pescar uno en compañía del otro. La igualdad de género se practicaba casi sin percatarnos, ya que a dos varones, en forma rotatoria, se nos asignaba barrer cada tarde el salón de clases, mientras que las mujeres se dedicaban a labores de costura, mismas que serían montadas en una exhibición, que llenaba de orgullo a las familias de las operarias y de no poca envidia a las demás escuelas.
Cuando se tienen once años, la historia anecdótica y ejemplarizante, hoy tan criticada, fue formando el sedimento de lo que sería nuestro acervo intelectual y nuestra conciencia moral, pero laica. Con la maestra Chela supimos cómo los frailes defendieron a los indios de los encomenderos; cómo Calleja e Iturbide combatieron a los insurgentes; cómo sobrevivió el ejército de Morelos comiendo ratas, en el sitio de Cuautla; cómo perdimos la mitad de nuestro territorio; y cómo peregrinó la República con Juárez montada en un carruaje. También, con relatos ejemplarizantes nos acercó al humanismo grecolatino y universal, con historias que pasaron a formar parte de la conciencia ética colectiva. El valor sereno de aquél general espartano que tranquilizó a su temeroso subordinado cuando una nube de flechas persas oscureció el cielo en el Paso de las Termópilas diciéndole: “-Mejor así pelearemos a la sombra”. Supimos de la fidelidad de Penélope destejiendo su manto por las noches para engañar a sus pretendientes. De la virtud ciudadana con Cincinato que dejó el arado cuando Roma requirió de sus servicios como dictador y que regresó al mismo arado cuando pasó la emergencia en contraste con el proceder de Calígula que nombró cónsul a su caballo. Por primera vez en nuestras vidas oímos hablar de Sidarta Gautama, del Nirvana, de Lao Tse, del Delenda est Carthago, de los elefantes de Anibal atravesando los Alpes, o de Bolívar peleando en los llanos venezolanos y San Martín cruzando los Andes por la independencia de Sudamérica.
A través de los himnos a los héroes patrios encarnó en nuestros corazones el México profundo, con un nacionalismo firme y reposado.? Viva Juárez, mil ecos repitan, porque Juárez la patria nos dio, porque ha roto las férreas cadenas e impotente al tirano dejó….Zapata es símbolo bello del ideal de redención, su nombre llena de gloria nuestra gran revolución….Escuchen con fervor a la Escuela Federal que canta con amor a los héroes de Chapultepec”... Juan Escutia su ejemplo nos dio…. ?
En aquellas épocas en que no existía televisión, la Internet, ni la Nat Geo supimos que las criptógamas tienen ocultos sus caracteres sexuales o que las umbelíferas poseían forma de paraguas y las rosáceas cinco pétalos o múltiplos de cinco; por qué a unos mamíferos se les llamaba pinípedos y a otros monotremas. Las operaciones con punto decimal, la regla de tres compuesta, las famosas “mezclas”, la fórmula para obtener el área de un polígono o el volumen de un cilindro siempre me parecieron asuntos esotéricos, propias de unos venturosos y satisfechos iniciados. Nos enteramos que existían los sinónimos y los antónimos y que tener una “hemorragia de sangre” no era una desgracia, sino un pleonasmo. Se procuró imbuirnos de una incipiente formación estética mediante la elaboración de trabajos manuales, pinturas y pirograbados. También a través del canto, que paliaba la fatiga de las sesiones vespertinas, a través de melodías populares que exaltaban al género femenino, y combatía de paso la tendencia que pretende denigrarla, por desgracia todavía vigente. ? Cuando dejes mis palmares y mi tierra, peregrina del semblante encantador… Por qué no quieres que tus ojos y mis ojos se enamoren entre sí… Pena el pajáro enjaulado, ve al cielo y no pue' salir, más pena quien ve tus ojos, sin poder llegar a ti… Así en la mañana jovial de mi vida vinieron en alas de la juventud, amores y ensueños como golondrinas… ?
El artesano que moldea una vasija puede percatarse de inmediato del buen o mal resultado de su obra, sin embargo, quienes hemos sido maestros, nunca llegamos a saber si era fértil la semilla que sembramos en las mentes juveniles y si llegó a fructificar en buena tierra. Sean éstas líneas un pequeño reconocimiento a los profesores que actualmente se encuentran en ejercicio en la Escuela Constitución de 1917, tengan la seguridad de que después de cincuenta años, sus alumnos seguirán aquilatando todo el bien que nos hicieron (JAMG).

sábado, 11 de octubre de 2008

Comulgar con ruedas de molino

En la segunda mitad del siglo V a.C. (450-400) apareció en Grecia, especialmente en Atenas, el movimiento intelectual de los sofistas. Una corriente filosófica que pretendía preparar a los jóvenes para la dirección política; formar individuos versados en el arte de persuadir, que pudieran convertir los argumentos más débiles en sólidos y fuertes; no les interesaba tanto la verdad cuanto el triunfo sobre los adversarios, sacrificaban el verdadero interés de la filosofía (amor por la verdad) a fines políticos y mercantiles. Con el tiempo, sofisma pasó a significar “cualquier razonamiento falso o capcioso que se pretende hacer pasar por verdadero”. Pareciera que después de 2500 años los políticos siguen fieles seguidores de esta corriente y practican con largueza sus enseñanzas.
En Yurécuaro uno de sus próceres nos hace ver que un terreno ubicado en la periferia de la población vale más que uno ubicado en el centro; que un crédito que debe pagarse durante años, en realidad constituye una fortuna inmediata; que un jacalón o bodega es en realidad un auditorio, es decir “un lugar acondicionado para escuchar conferencias, conciertos, lecturas, etc.”, aunque carezca de una concha acústica o escenario, piso a desnivel, butacas y aire acondicionado; que se dona graciosamente una minúscula parcela al municipio, para que luego éste se vea obligado a comprarle una porción mayor; que cambiar a conveniencia de partido político es en realidad un acto de fe partidista; y que por no gustar de la confrontación y la polémica, sólo tacha de embusteros e ineptos a sus adversarios políticos.
Por su parte, las autoridades municipales mediante perifoneos invitaron a la población a “terminar dignamente nuestras fiestas patrias”, en la conmemoración del natalicio de Morelos y se evitase la ingesta de bebidas alcohólicas, como si todo el mes hubiese transcurrido en total abstinencia; cuando a ciencia y paciencia de las mismas, el 15 y 16 permitieron que la plaza de armas, especialmente la zona norte, se convirtiera en la cantina más grande del Estado. Si por algún interés especial, el Cabildo quiere favorecer a un distribuidor particular de “bebidas de moderación”, se debería de acondicionar un espacio, fuera del casco urbano como “emborrachódromo”, así lo hacen los españoles en algunas ciudades ibéricas (allá le llaman “El Botellón”). Con servicio de mingitorios, vomitorios, vigilancia policíaca y asistencia médica. Sería un servicio autofinanciable, porque del mismo cuero cervecero saldrían las correas. Asimismo podrán instalarse varios stands con bebidas espirituosas de los establecimientos más famosos del centro. En el emborrachódromo podrían concentrarse las 400 bandas musicales (?) que en todas las fiestas, religiosas o civiles, destruyen la capacidad auditiva de los vecinos mañana, tarde y noche. Confinar en un sitio los excesos etílicos permitiría, asimismo, circular en las fiestas a pie seco y en santa paz por la calle Guerrero. En su caso, la zona de la embiraguez debería ser rotatoria. Si para el 20 de noviembre se piensa autorizar nuevamente que corra el vino, desde ahora se propone, para ese efecto, el amplio espacio que tiene la calle Independencia entre 5 de Mayo y N. Méndez.
Por otro lado, ante la crisis económica que atraviesan los Estados Unidos, el Secretario de Hacienda declaró que la pulmonía de ellos representaría, cuado mucho, un catarro para nosotros. A pesar de que se restringirá el crédito a nivel mundial, bajará el consumo, las empresas incrementarán los despidos, se desplomará la industria de la construcción, las redadas y deportaciones de emigrantes indocumentados alcanzarán proporciones nunca vistas, escaseará el turismo y se reducirán notablemente las remesas de dólares de nuestros paisanos. El secretario del trabajo Javier Lozano (implicado en el chinogate Ye-Gon, “copelas o cuello”), aseguró en un noticiero de TVC que los paisanos despedidos en los Estados Unidos podrían incorporarse a un curso de capacitación, que permitiría a quien lo lleve, a conseguir empleo … tal vez. El secretario del ramo pretende ignorar que cada año deberían crearse un millón de empleos y que sólo se cubren unos 200 mil; que los 800 mil excedentes engruesan, año tras año, el ejército del subempleo; que por ese motivo México expulsa, hacia los Estados Unidos, un millón de trabajadores anualmente; pero en contraflujo, el país del norte deportó, “oficialmente”, en 2007 a 515 mil mexicanos; y que de enero a julio del 2008 ya van 367 mil en números redondos. Millones de seres humanos demandando un empleo para poder subsistir. Este panorama representa sin duda un inminente desastre para nuestro país, pero nuestros hombres públicos, en activo o en retiro, pretenden que les creamos cuanto dicen por inverosímil que esto sea. J.A.M.G.

sábado, 4 de octubre de 2008

ENTRE LA CRUZ Y LA ESPADA

Entre la cruz y la espada
Para quienes, a la manera de Vicente Fox, procuran atraerse la voluntad popular, empleando imágenes religiosas en los actos políticos, asimilándose al Padre de la Patria, quien convocó a la independencia enarbolando un estandarte de la Virgen, sería conveniente tuvieran presente el trato que la jerarquía eclesiástica de ese tiempo dispensó a los autores de nuestra Independencia. Manuel Abad y Queipo, obispo de Michoacán emitió un edicto de excomunión, publicado el 24 de septiembre de 1810, acusándole de sacrílego, seductor del pueblo, de insultos al soberano, perturbación del orden y perjuro. “Declaro que el referido D. Miguel Hidalgo, cura de Dolores y sus secuaces los capitanes citados… han incurrido en la excomunión mayor del Canon: Si quis suadente diabolo, por haber atentado a la persona y libertad del sacristán de Dolores, del cura de Chamacuero y de varios religiosos del Carmen de Celaya, aprisionándolos y manteniéndolos arrestados. Los declaro excomulgados vitandos, prohibiendo como prohíbo, el que ninguno les de socorro o auxilio y favor bajo la pena de excomunión mayor ipso facto incurrenda”. Por su parte, el arzobispo de México Lizana y Beaumont emitió una pastoral combatiendo los principios de la revolución: “Hijos míos, no os dejéis engañar: el cura Hidalgo está procesado por hereje; no busca vuestra fortuna sino la suya, como ya tenemos dicho en la exhortación de 24 de septiembre: ahora os lisonjea con el atractivo halagüeño de que os dará la tierra; no la dará, y os quitará la fe; os impondrá tributos y servicios personales, porque de otro modo no puede subsistir en la elevación a que aspira, y derramará vuestra sangre y la de vuestros hijos para conservarla y engrandecerla, como ha practicado Bonaparte… Huid del que os enseña doctrina que reprueba con las Santas Escrituras nuestra Santa Madre la Iglesia, y que puesta en práctica, revolvería y acabaría el mundo, siendo vosotros una de las víctimas. ¡Viva la Religión que no vive con los que enseñan y obran contra la doctrina de la Santa Madre Iglesia! ¡Viva la Virgen de Guadalupe, que no vive con el que niega que sea virgen ni con los que revuelven y amotinan los países de esa Señora! ¡Viva Fernando VII, que no vive con la independencia de sus vasallos”. Por su parte, como lo relata Lucas Alamán, el fallo en el juicio contra el Siervo de la Nación, declaraba que: “El presbítero don José María Morelos era hereje formal, fautor de herejes, perturbador de la jerarquía eclesiástica, profanador de los santos sacramentos, cismático, lascivo, hipócrita, enemigo irreconciliable del cristianismo, traidor a Dios, al rey y al papa”. Fue obligado a que asistiera a su auto en traje de penitente, con sotanilla sin cuello y con vela verde. Terminada la lectura de la sentencia, el ministro decano procedió a la ceremonia llamada por los inquisidores la reconciliación, ordenando que se azotase a la víctima durante el rezo del salmo Miserere, enseguida se celebró misa rezada. Acabada ésta, siguió la ceremonia de degradación, Morelos tuvo que atravesar toda la capilla del tribunal con el vestido ridículo que le habían puesto y leída nuevamente la sentencia, se le revistió con los ornamentos sacerdotales: amito, alba, cíngulo, estola y casulla, puesto de rodillas se le despojó de sus vestiduras en orden inverso, a continuación el verdugo procedió a rasparle las palmas de las manos. Esta ceremonia, similar a la fue sometido Hidalgo, pretendía legitimar se privara de la vida a un eclesiástico, bajo el subterfugio de la “degradación” que supuestamente anularía los efectos de su consagración. Ello a pesar de que en la doctrina católica considera al orden sacerdotal, como uno de los sacramentos que imprimen “carácter”, a perpetuidad, y que esta condición no se pierde, como dirían los teólogos, “incluso en el infierno”. No obstante que las acusaciones de orden doctrinal eran meras patrañas de los inquisidores, éstos sin dudarlo pusieron toda su ideología al servicio de los poderes civiles para justificar que se ejecutara como traidores a los padres de nuestra Independencia: encadenados, hincados y dando la espalda al pelotón de fusilamiento y que cercenando sus cabezas les exhibieran, descarnadas, en jaulas de hierro. La historia nos muestra con harta frecuencia, que cobijarse bajo los símbolos sagrados para adquirir legitimación política no siempre produce los resultados deseados, sobre todo cuando esta conducta choca con los intereses temporales de la jerarquía eclesiástica. (JAMG).

EL MUNDO AL REVES

En las tiras cómicas, Superman tenía como contraparte a un antihéroe llamado Bizarro, quien vivía en una dimensión diametralmente opuesta a la nuestra, donde lo feo de aquí era bello allá, lo triste era alegre y así, sucesivamente. En el último cuarto de siglo México y el mundo parecen haberse desplazado hacia una dimensión bizarra. En tanto que Norberto Rivera, arzobispo primado de México, después de celebrar misa y todavía revestido con sus ornamentos religiosos: capa pluvial y solideo cardenalicio, rendía honores a la bandera y cantaba el himno nacional el 15 de septiembre, al pie del altar de la Catedral México, junto con los feligreses; en Yurécuaro el presbítero Caravez conducía en procesión un estandarte de la Virgen, desde el recinto parroquial hasta el palacio municipal, con la intención de que se diera el Grito con ese símbolo religioso (a la manera de Hidalgo), o al menos presidiera la ceremonia, como de hecho sucedió. Juan Camilo Mouriño, Secretario de Gobernación, quien nació en Madrid y viaja con un pasaporte de esa nacionalidad, fue el encargado de la ceremonia del Grito en el pueblo de Dolores, la mismísima cuna de la independencia nacional. Un español de origen coreando la independencia de México, solo faltó la exhortación del padre Hidalgo, que invitaba a “a coger gachupines”. En lugar que ante a la matanza de Morelia, Felipe Calderón empeñara sus esfuerzos para reestructurar al “gabinete de seguridad”, enfocó sus discursos asimilando a los seguidores de López Obrador con “los enemigos de México” buscando sacar raja política de la tragedia, y llevar adelante la privatización de la industria petrolera al tiempo que establece el estado de excepción. Tony Garza, el embajador de los Estados Unidos en nuestro país, se apresura a calificar como terroristas a los autores del atentado, mientras que el gobierno mexicano se resiste a considerarlos y perseguirlos como a tales, con la ayuda de la comunidad internacional, contentándose con llenarlos de adjetivos que solo cumplen efectos propagandísticos. Supuestamente, la organización criminal que se autodenomina La Familia, colocó numerosas mantas, en varias ciudades de Michoacán, deslindándose de los atentados de Morelia, prometiendo un justo castigo para los responsables de ese hecho. Es decir, que la delincuencia sería ahora la guardiana del orden y el Derecho. Los funcionarios encargados de la “seguridad pública” han reconocido que las diversas policías, los ministerios públicos, los gobiernos municipales y los diputados locales han sido infiltrados por el narcotráfico y la delincuencia en general; sin embargo insisten en que los ciudadanos denuncien las fechorías del crimen organizado, precisamente antes esas mismas autoridades. Es decir que las víctimas se pongan en manos de sus verdugos. A pesar de que las autoridades y los medios de comunicación tienen plenamente identificados a las redes criminales, a sus cabecillas y las zonas geográficas en donde operan; el gobierno, haciéndose el ignorante, pretende que los particulares hagan su trabajo. Mientras que en el país existen unos 20 millones de personas en la extrema miseria, además de una cantidad similar de pobres, los productores mexicanos de leche, para protestar por los bajos precios de su producto, tiran a la calle un millón de litros de ese alimento que bien podría paliar por varios días la desnutrición crónica de nuestros compatriotas. Durante decenios los gobernantes estadounidenses y los teóricos del neoliberalismo a su servicio criticaron la asistencia social que países como el nuestro daban a los sectores más desfavorecidos de la población, calificando despectivamente a ese proceder como populista. Ahora el presidente Bush pretende salvar de la quiebra a los bancos de su país con 700 mil millones de dólares que serán cubiertos, en última instancia, por los contribuyentes mediante los impuestos. Como se ve, una especie de populismo al revés, un Robin Hood invertido, puesto que roba a los pobres para dárselo a los ricos. (JAMG).