viernes, 1 de mayo de 2009

Un jinete apocalíptico

A lo largo de su historia nuestro país se ha visto abatido por múltiples pandemias (del griego pan = todo, demos = pueblo), es decir enfermedades epidémicas que afectan a todos los habitantes de una región determinada. A su vez, por epidemia se entiende a una enfermedad infecciosa y contagiosa que aparece de manera masiva en determinado lugar geográfico (Larousse). Fr. Bernardino de Sahagún (Historia General de las cosas de Nueva España) refiere: “antes que los españoles que estaban en Tlaxcala viniesen a conquistar a México, dio una grande pestilencia de viruelas a todos los indios en el mes que llamaban Tepéihuitl que es al fin de septiembre… Esta pestilencia mató gentes sin número porque no había quien pudiese hacer comida… duró la fuerza de esta pestilencia sesenta días y después que fue aflojando en México y fue para Chalco”. Traída por un esclavo negro que venía con los conquistadores, rápidamente se extendió por todo el altiplano, pues las defensas biológicas de los individuos de nuestro continente no estaban preparadas para combatir los microbios provenientes del Viejo Mundo, contra los cuales los europeos habían desarrollado anticuerpos. Se considera que la viruela en esa oportunidad causó la muerte en América de diez millones de indígenas. Entre 1450 y 1456 se dio en la Nueva España una epidemia de “catarro pestilencial” la cual, complicada con el hambre y otras enfermedades causo miles de víctimas. Francisco Miranda (Yurécuaro. Monografías municipales. Gobierno del Estado de Michoacán). Da cuenta de la peste que azotó a Yurécuaro en 1643, y una más entre 1671-1674, de la que no se tienen elementos para saber si se trató de sarampión, viruela o tifo exantemático (matlazáhuatl) que se extendió por todo Michoacán en 1643 (p. 67). Nuevamente, en 1693 se desató una epidemia de tifo en Yurécuaro, (p. 72), misma que se había extendido por casi toda la Nueva España a finales del siglo XVII y que causó la muerte a miles de personas, entre ellas la de Sor Juana Inés de la Cruz (+1695); seguramente la literata más brillante de en todo el universo de habla hispana. En los apuntes mecanográficos que Don Ignacio Estrada llamó Expediente estadístico de la Municipalidad de Yurécuaro del Estado de Michoacán de Ocampo, una obra en la que todos abrevan, pero a la que pocas veces se le concede crédito, al igual que a Francisco Miranda, informa de la epidemia de cólera que azotó a nuestra ciudad sucesivamente en 1833 y 1850 (p. 6). La gripe española de 1918, influenza que produce el virus H1N1 mató entre 50 y 100 millones de personas en todo el mundo; 25 millones en las primeras semanas, para que se tenga idea de su virulencia, el SIDA ha matado a 25 millones de personas en 25 años En nuestro país, que en ese entonces tenía 14 millones de habitantes, se considera que cobró 500 mil víctimas. Los virus (del latín zumo, ponzoña) son microorganismos visibles sólo al microscopio electrónico (no al óptico), constituidos únicamente por acido nucleico y que sólo pueden desarrollarse al interior de una célula, donde desplazan a sus propios ácidos fosfatados (ADN y ARN), que son elementos fundamentales de la célula, a la que colonizan para multiplicarse hasta el infinito; siendo oganismos que poseen como estrategia de supervivencia, la facultad de modificarse o de fundirse con otros virus para dar origen a cepas diferentes. Muy distintos de las bacterias: microorganismos unicelulares de forma alargada (bacilos), esférica (cocos) o espiral (espirilos); carentes de membrana nuclear, que se multiplican por división sencilla o por esporas y que se alimentan como los vegetales (Larousse) Ahora ha aparecido en nuestro país un virus de influenza (H1N1) modificado, al que la Organización Mundial de la Salud (OMS), considera tiene potencial pandémico, por lo que ha calificado a la situación como grave, que debe ser atendida debidamente. Puesto que se trata de un virus nuevo, no existe una vacuna eficaz contra él y los antivirales que existen en el mercado con oseltamivir, son por ello de efectos limitados o nulos, una vez que se desarrolla enfermedad. Las personas infectadas tienen que ser apoyadas por terapias colaterales para que el propio organismo del paciente pueda resistir el ataque del agente infeccioso. Por ello es fundamental que las personas con síntomas de una fuerte gripe sean internadas de inmediato en un centro hospitalario. Por ese motivo, sin incurrir en un pánico irracional, las medidas preventivas, como en el caso del SIDA, son la única estrategia factible para detener su avance. Pues se está en presencia de un microorganismo aeróbico, es decir que se trasmite a través del aire y tiene una vida útil fuera del cuerpo humano de unas 72 horas; de ahí que se deban evitar las multitudes y el contacto a través de los saludos de mano como los que se dan en las misas o los besos amistosos, hoy comunes entre los jóvenes. No se debe caer tampoco en la actitud despreocupada de que la ciudad de México o San Luis Potosí se encuentran lejos de nuestro pueblo, pues con los medios de comunicación existentes, el virus puede viajar en horas de un extremo a otro de nuestro país. La peste bubónica, causada por una bacteria infecciosa (hoy llamada Yersinia) se extendió por toda Europa de 1348 a 1366 y mató a 25 millones de personas, un tercio de la población de ese continente. Parece extraordinario que no obstante las pobres condiciones higiénicas y los escasos conocimientos médicos, el resto pudiera sobrevivir y que Giovanni Bocaccio nos legara, bajo estas circunstancias, El Decamerón, obra maestra del temprano renacimiento italiano, en la que diez narradores (siete mujeres jóvenes y tres hombres) que se refugiaban en el campo huyendo de la peste que asolaba Florencia, mataron el tedio relatando cien cuentos, algunos bastante pícaros, durante diez días (deka = 10, hemera = día) sobre el amor, la inteligencia humana y la fortuna. Esperemos que el grueso de la población mexicana pueda, en un futuro próximo una vez que haya superado la presente emergencia, pueda deleitarse, igual que aquellos florentinos con las peripecias de unos personajes como los del Decamerón. (JAMG).

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