sábado, 16 de mayo de 2009

Un desastre anunciado

En nuestro país existen: el Grupo Federal de Seguridad en Salud; el Comité Nacional para la Seguridad en Salud; el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica (Sinave); el Sistema de Vigilancia Epidemiológica de Influenza, quien redactó el Manual para la Vigilancia Epidemiológica de Influenza; la Unidad de Inteligencia para Emergencias en Salud (UIES) del Centro Nacional de Vigilancia Epidemiológica y Control de Enfermedades (Conaceve), del cual depende el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológica (Indre), adjunto a la Secretaría de Salud. Ésta dispone de nueve Unidades de Investigación Biomédica y el Hospital de Infectología del Centro Médico Nacional La Raza; existe un Plan Nacional de Preparación y Respuesta ante una Pandemia de Influenza; se estableció una red nacional de laboratorios coordinada por el Indre y al parecer existe una Unidad de Salud Monitora de Influenza (USMI) en cada una de las 32 entidades federativas. Pero muchos de estos organismos tienen una existencia más bien simbólica que efectiva, otros carecen de insumos suficientes para hacer frente a una pandemia y los planes, existen sólo en el papel, nunca se han llevado a la práctica. En el presupuesto de 2007 se programó un gasto de 300 millones de pesos para que los Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México, S.A. (Birmex), empresa de participación estatal mayoritaria, construyera una planta para producir vacunas contra la influenza en el Estado de México, pero éstos nunca se ejercieron; para diciembre el sector salud presentaba un subejercicio de 510 millones que fueron transferidos al ISSSTE, para “la compra de medicamentos”. Es inaceptable que las autoridades sanitarias vengan ahora con la peregrina explicación de que el brote “las tomó por sorpresa, porque se trataba de un virus nuevo”, a pesar de que se comporta en forma similar al típico de la influenza estacional; puesto que el 18 de septiembre de 2008 el Indre en su página de Internet alertaba sobre una posible pandemia de influenza y que era necesario se llevaran a cabo “acciones permanentes que contribuyan a limitar los daños a la salud de la población y evitar que se supere la capacidad de respuesta”. En la temporada de influenza: octubre 2008-marzo 2009 se reportaron 7,237 casos de los cuales se confirmaron (?) 346 (4.8%). En el año 2009 el Sinave ha recibido el reporte de 4,167 casos probables (?) de los cuales 313 (7.5%) han recibido confirmación, pero dadas las deficiencias que se dan en el diagnóstico éstos pudieran ser muchos más. Los primeros casos de gripe atípica fueron reportados en los hospitales locales desde febrero; y desde el 18 de marzo se había determinado que el brote se estaba expandiendo a escala nacional y había aumentado el número de muertes; el 16 de abril se emitió una alerta nacional en vista de un inusitado incremento de los reportes de neumonía (?) en los Estados de Veracruz, Oaxaca y sobre todo la ciudad de México, al tiempo que se avisa a la OMS. Al IMSS y al ISSSTE se les alerta entre el 18 y el 19 sobre la contingencia El Centro Europeo de Control de las Enfermedades en su boletín de marzo informaba de los nuevos hallazgos en Estados Unidos de influenza de origen animal. Y su contraparte norteamericana, con sede en Atlanta, reportó el 17 de abril el caso de dos niños en California infectados y curados del nuevo virus, entonces llamado de la influenza porcina. Sin embargo, el Secretario de Salud, y ante la denuncia aparecida en el diario Reforma aseguró el 23 de abril por la mañana, que “no se trataba de una pandemia, sino de la prolongación de la época estacional de la influenza que normalmente se termina en febrero”, sólo para que horas después asegurara que se estaba en presencia de un nuevo tipo de influenza, particularidad que confirmaron el día 24 laboratorios de Estados Unidos y Canadá, con las muestras mexicanas que se les enviaron. Durante los primeros días de la emergencia se carecía en el Distrito Federal y en los Estados de pruebas rápidas para detectar si se estaba en presencia de los virus A o B, (pues se habían dejado de producir en México), pruebas que se empezaron a aplicar hasta el 28 de abril y que son ineficaces después de 72 horas de que los enfermos estuvieron expuestos al agente infeccioso. La incapacidad de analizar el virus con recursos propios es resultado del desmantelamiento de de la infraestructura de investigación médica en el país desde tiempos de Ernesto Zedillo; y por ello el gobierno mexicano fue incapaz de detectar los primeros casos durante semanas y sólo pudieron hacerlo hasta que se dieron los casos más graves y los decesos. La mayoría de éstos por desatención y burocratismo de los hospitales a que acudieron los enfermos. Los epidemiólogos consideran que el virus A-H1N1 constituye una mezcla de ocho genes uno humano, dos aviares y cinco de origen porcino estadounidense, de estos últimos, sólo quedaron tres, que se recombinaron con otros dos, también porcinos, que normalmente circulan en Asia y Europa. Esto parecen confirmarlo varias publicaciones científicas a nivel mundial: un brote de enfermedad respiratoria en cerdos y personas durante una feria en un condado de Ohio en agosto del 2007; un joven de 17 años que estuvo en contacto con la crianza de cerdos, también en los Estados Unidos, fue infectado con un virus similar al aparecido en México; un hombre que trabajaba en un granja de Aragón, España, en noviembre del 2008 desarrolló los mismos síntomas y el laboratorio de Zaragoza confirmó se trataba de un virus emparentado con el H1N1 de los cerdos. Con los ocho elementos constitutivos del virus se pueden dar unas 256 combinaciones y la que surgió en México es sólo una de ellas. Por no saberse a ciencia cierta cuantas personas estén contaminadas en México es muy probable que se encuentren circulando varios tipos de virus; así la mujer de 36 años que falleció el 13 de abril en Oaxaca, seguramente lo fue a causa de un coronavirus, el agente infeccioso del SARS, detectado por un laboratorio local, que dio la primera voz de alarma a las autoridades sanitarias. El plan de contingencia elaborado por el gobierno de Fox y asumido por Calderón previó una reserva estratégica de 1 millón 150 mil dosis antivirales y aumentarlas a 5 millones en tres años, 150 mil dosis de antibióticos y en tres años escalarlas a 300 mil, cosa que no sucedió. Francia con una población de 33 millones de habitantes cuenta con 33 millones de tratamientos contra la influenza y Bélgica, con unos 11 millones tiene medio millón de antivirales. Si nuevas oleadas del virus se multiplican en nuestro país, nuestras reservas serán insuficientes. El día 29 de abril el Secretario de Salud admitía 176 “muertes sospechosas”, 85 el 1 de mayo; para esa fecha se habían realizado 908 pruebas (definitivas), con 397 casos positivos del virus A-H1N1, de los cuales habían fallecido16; el 7 de mayo se admiten 1,204 casos positivos, con 1160 personas vivas y 44 defunciones. De seguir esta actitud pronto se dirá que no hubo ninguna muerte por dicha causa (Los datos de este artículo fueron tomados de Proceso 1696; La Jornada Jalisco y Nacional 08/V/09). P.S. Curiosa la libertad de expresión que propugnan o prohijan algunos: la de tirar la piedra y esconder la mano. (JAMG).

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