viernes, 9 de enero de 2009

BENDICIONES MUNICIPALES Y OTROS REZOS

En Sheykies una famosa cadena de pizzerías la ciudad de México, hoy desaparecida, se ostentaba en el área de cajas la siguiente leyenda: “El Banco de México tiene un convenio con nosotros, ellos no elaborarán pizzas si nosotros no otorgamos crédito”. Una especie de fábula para anunciar humorísticamente que sólo aceptaba dinero en efectivo, pero en el fondo estaba implícita la idea de que las personas colectivas que tienen objetivos específicos realizan actividades acordes con los mismos. Así, la función del Estado consiste en luchar para que las relaciones entre los ciudadanos se conduzcan con justicia, pero nunca para llevar a los hombres por los caminos de la santidad, bajo los parámetros de una determinada confesión religiosa. Cuando a lo largo de la Historia se han mezclado esas dos pretensiones, el resultado siempre ha sido desastroso. Los mexicas que hicieron de la religión el centro de su cultura y de su vida, creían ser los ministros del dios Sol al que tenían la obligación de alimentarlo para que continuara alumbrando a la humanidad. Para ello habían organizado la Guerra Florida a la que sometían periódicamente a sus tributarios tlaxcaltecas. Su finalidad era la de tomar un gran número de prisioneros para ofrendarlos en sacrificio a las deidades, una actividad que transformaría a las víctimas en bienaventurados manjares de la divinidad. Fue lógico que los tlaxcaltecas se constituyeran en los principales aliados de Cortés para borrar de la historia al señorío de Tenochtitlan. Los judíos al asumirse como el pueblo elegido por Yahveh creían tener el derecho divino para despojar de sus tierras a los primitivos habitantes de Palestina: cananeos, filisteos, jebuseos, edomitas, moabitas, medianitas, amorritas. Después de la destrucción del Templo por los romanos y eliminada toda resistencia en el año 73 d.C. los judíos se dispersarán por la cuenca del Mediterráneo; mientras que los pueblos árabes continuaron ocupando Palestina durante casi dos mil años. Pero en el siglo XX los judíos europeos, avalados por la Sociedad de Naciones (precursora de la ONU), emigraron en buen número como colonos a Palestina, para luego desplazar a la población árabe con repetidas guerras, esgrimiendo unos derechos históricos muy discutibles. Hoy ese despojo es la causa principal del conflicto en el Medio Oriente. Los españoles, bajo una lógica similar, con la excusa de convertir a los pueblos originarios de América a la religión cristiana pretendieron justificar el saqueo de sus tierras y el someterlos a la servidumbre. Argumento que fue ampliamente refutado por los propios teólogos españoles como Francisco de Vitoria, Francisco Suárez o Bartolomé de las Casas. Estos afanes que parecieran ser propios de un pasado ya superado tienen, por desgracia, una dolorosa realidad en nuestro propio país, en pleno siglo XXI. Así a los niños evangélicos se les niega el acceso a la educación publica en San Juan Chamula; en San Andrés Larráinzar despojaron del derecho a los servicios públicos como el agua potable y la energía eléctrica a 24 familias protestantes, asimismo se amenazó a las mujeres si acudían a recibir información sobre la salud, con que sus hijos perderían las becas del programa Oportunidades. En San Nicolás, Hidalgo, los evangélicos no pueden enterrar a sus muertos en el panteón civil. No ser católico en muchas regiones indígenas es estar expuesto a la cárcel y que se les fabriquen toda clase de delitos. Pero no se crea que es solamente una política discriminatoria de autoridades locales. Es significativo el cierre en Chiapas de las estaciones de radio protestantes por carecer de los permisos gubernamentales, cuando es bien sabido que existen inclusive canales televisivos confesionales que operan fuera de la ley con toda impunidad; lo que es una muestra de intolerancia administración panista en el poder (Javier Aranda. La cultura de la intolerancia. La jornada 03/12/08). Por ello es preocupante que nuestro municipio, gobernado por miembros del revolucionario institucional que hizo del laicismo una de sus principales banderas a lo largo de casi setenta años, hoy pretenda convertirse en una entidad dedicada a impartir bendiciones con ocasión de la fiesta religiosa que conmemora la Natividad de Jesús. Ya ubicados en esa pendiente es difícil dar marcha atrás. Como se ve, tanto en el acontecer del pasado como en los hechos del presente, la religión se ha utilizado como arma y herramienta política. También el PRD con total falta de congruencia, convoca a una misa en el panteón del pueblo. Pareciera ser completamente impropio de quienes se dicen creyentes utilizar el supuestamente más sagrado símbolo de su fe como un instrumento deleznable de política partidista. Y a nivel de pura estrategia, ¿con qué cara podrían reclamar los militantes del PRD si en un futuro no muy lejano, desde el púlpito se convocara a la feligresía para que votara por el partido que ostenta los colores marianos? Ahora resulta que, a nivel municipal, la formación política más respetuosa del laicismo establecido en nuestras constituciones, luego de largas luchas fratricidas, viene a ser PAN, quien tenía ostentaba la etiqueta de propugnador tradicional del clericalismo (JAMG).

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